es sabido que hay días que no deben nacer.
Maldito día bastardo,
todo empezó igual
que siempre.
El maldito jabón
se escabulló por mis manos
y golpeó la tina y luego el tapón.
(Y paso algo que solo
lo supe
después de la tragedia)
...se golpeó y se deformó...
Tuve la valentía de salir
a la calle.
Pasó.
Corrió.
Horas malditas.
Ocurrió,
la humillación.
Me auto humillé.
Me engrupí yo mismo.
No pensé durante horas.
Mi cerebro se escapó
y dejé de pensar.
Llegué a mi casa,
entré al baño...
y saben qué???
Estaba el maldito jabón
Burlándose.
Y comprendí
que por una cosa
de augurio,
me lo había predicho
en la mañana.
¡Gil no salgas!
Ya era demasiado tarde
y me reí.
Al final del día el maldito jabón me estaba sonriendo.
3 comentarios:
jajajajja, evita el problema y usa jabón líquido mejor. :)
sin comentarios. el destino es pura tragedia griega.
El jabón no entiende de deberes.
Chao!
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